Rodrigo Fernety Escritor

  Espero ser Podrás ser de pocas palabras, pero sé, más que nadie, que miles de palabras las soporta cualquier hoja, pero no llenarán mi corazón.   Sin la terquedad que solía invadirme ante la espontanea ilusión, puedo volver a sentir la tranquilidad en mi corazón, de que no sea forzado el sentimiento que hospeda en mi corazón ahora. Después de tantos inviernos, nunca experimenté que alguien luche tanto por mí, creía que terminaría como un sueño. Sin embargo, sedujiste mi soledad, elevaste mi temperatura, hiciste que tus risas sean mi salvación. Quizás sea destino mío haberte conocido, después de que la vida me haya regalado una segunda oportunidad ante esta enfermedad, siento que es bonito volver a vivir viéndote a mi lado. Espero ser y no ser el concurrido olvido que solía ser. Es la llegada de enormes mariposas, de algo más que diversión, la libertad de mi cariño.

Meses encerrados, días, semanas, y meses con solo con el sonido de mi teclado. Las cuatro paredes comenzaron a ser mis únicas amigas, la ventana se convirtió en la única que me iluminaba la mente. Y una sola foto fue capaz de dejar la semilla de lo que más tarde crecería.      Al principio, mi percepción se había confundido, el concepto del amor resultaba distante e irreal como si me hubiese dado cuenta de que siempre heredaré lo malo de la suerte.       En dos meses, ya nos encontrábamos robándonos el sueño, todo daba vueltas en ti, no sentía distancia y las horas del día se convirtieron en simples conceptos. En tres meses, mi teléfono siempre sonaba a las tres de la mañana y en cuatro meses se hizo realidad.   El primer encuentro fue como un silencio al lado del mar, como si nuestro primer momento fuese idéntica a la de una despedida. Me sentía como mi último otoño, pero, de alguna manera, todo el ambiente decía que sí....

  XXX Era gracioso cómo  todo sucedió tan rápido,   t u actitud sufrió un gran cambio en su fórmula, de ser un chico tan dulce pasaste a ser uno tan agrio, que hasta para mí  resultó  inusual.   D e  reírme de mi  peculiar   mala suerte ,  llegué a dudar  del cómo se podía llegar a querer a alguien, porque no comprendía cómo podía sentirme tan distinto de mí mismo  cuando estabas cerca de mí , porque nada de lo que decía o hacía te sacaba alguna sonrisa.   Según t ú, era yo el qu e  siempre  buscaba  autosabote arse ,  porque  ante tus ojos  mis problemas  eran  desgracias insignificantes  y que era el momento de detenerme, por que  llegaría el momento   de ya no contar con  alguien para consolarme.      Según tú, era el  único  pesimista que se esforzaba en mantener su depresión, el que siempre se esforzaba en ser un inútil, porque era il...

A inicios del otoño, coincidimos en una fría mañana de trabajo, que sentía entre las manos la memoria de un lazo invisible entre nosotros.   Como si nunca hubiese camuflado  cinco años de otoños, nos animamos a conocernos nuevamente cómo nos olvidamos, siendo completamente indiferentes.   Tenía poco tiempo para entrar en detalle, pero tuve la oportunidad de que me respondas aquellas preguntas que tenía guardadas en el rincón de mi memoria.   Aunque, al acumularse los años, logré saber más de ti, ahora era más consciente de ti. Después de horas de nuestra “primera conversación”, evitaste mencionar al amor que te hizo olvidarte de mí, no lo presentante a la amigable charla mientras tenías la oportunidad de volver a conocerme, como si aún quedase en ti ese reflejo de protegerme de todo lo que me hace mal.   Terminaste de abrir la puerta que dejé a medio cerrar. Ahora es posible poder hablar sin ninguna carta de perdón de por medio, pero,...