XXX
XXX
Era gracioso cómo todo sucedió tan rápido, tu actitud sufrió un gran cambio en su fórmula, de ser un chico tan dulce pasaste a ser uno tan agrio, que hasta para mí resultó inusual.
De reírme de mi peculiar mala suerte, llegué a dudar del cómo se podía llegar a querer a alguien, porque no comprendía cómo podía sentirme tan distinto de mí mismo cuando estabas cerca de mí, porque nada de lo que decía o hacía te sacaba alguna sonrisa.
Según tú, era yo el que siempre buscaba autosabotearse, porque ante tus ojos mis problemas eran desgracias insignificantes y que era el momento de detenerme, porque llegaría el momento de ya no contar con alguien para consolarme.
Según tú, era el único pesimista que se esforzaba en mantener su depresión, el que siempre se esforzaba en ser un inútil, porque era ilógico que trajera las mismas desgracias por temporadas.
Al principio, fue bueno saber que tus pensamientos serían siempre honestos hacía mí, aunque nunca consideraste darle cuarto a la empatía para tus comentarios tan filudos. Y es por eso que te mantendré al margen, te daré la espalda por cerrar este capítulo tan trágicamente cuando mis ojos solo pedían ayuda.
Me voy y el último recuerdo que tengo de ti, es cuando me decías que no estaba acostumbrado a vivir mal, que, a comparación tuya, nunca me esforzaba en ser feliz y que por esa razón yo sería siempre un hombre débil, patético y sin arreglo.
Recuerdo perfectamente cuando, a mitad de la mañana, me decías que llegará un momento mejor para mí, en el que alguien me quiera de verdad y romantice lo pesimista que soy. Cuando, unas horas antes, me decías que me querías.
Gracias a ti, me aproveché de mis propias debilidades para ser un poco más fuerte y alimentar mis deseos más egoístas. Ahora tengo en claro que no solo sirvo para quejarme, aunque yo solía decir cosas preciosas de ti, te quería, aunque me haya dolido equivocarme tan rápido.
No me imaginaba que convertirías mis pensamientos en armas destructivas, porque quizás tengas razón en que sí esté maldito naturalmente y que quizás tus palabras carguen algo de verdad, porque que soy muy sensible a lo que normalmente nunca te haría daño, porque estoy consciente de no ser tú.
Aunque, de todas las balas, fallaste en una sola, yo no necesito amarme primero para que te fijes en mí.
Como bien dices, quizás en algún momento conoceré a alguien que me recuerde todo lo bueno que gusta de mí, porque tú nunca tuviste la molestia de hacerlo.
Comentarios
Publicar un comentario